Por: Salvador García Llanos
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Chinegua es una de las apenas diez palabras canarias que proceden del inglés. Es una peculiar adaptación de voces inglesas. Es, como saben, una variedad de la célebre papa canaria. Se escribe también quinegua, unas papas que llegaron a las islas desde Inglaterra durante el reinado del monarca Eduardo VI. Su nombre, en inglés, King Edward. El habla coloquial terminó ‘castellanizando’ y así surge la chinegua o quinegua, fusión fonética -si así puede llamarse- de los dos términos: King (chi, qui) y Edward (gua).
Pero Chinegua es también el nombre de una publicación, impresa y digital, iniciativa de tres empresas que se han empeñado en contribuir al fomento de la cultura en Canarias. Una revista, en fin, de cuatro números anuales cuya meta, dicho así, es tan sencilla como ambiciosa: entretener y acompañar al lector -siempre desde una óptica pluralista- en la reflexión y en el debate. Sus promotores quieren, sobre todo, sumar en busca de un espacio abierto, independiente y autónomo.
Dice Lola Reyes, una de las emprendedoras, en el editorial del primer número, como si de una declaración de principios se tratare: “Coraje es lo que define a este grupo de emprendedores que, a partir de hoy, se involucra en un proyecto, a la vez romántico y arriesgado. Romántico porque aún creemos en el placer de tener una revista de papel en la mano. Y arriesgado, no solo porque cualquier publicación de este tipo es un riesgo financiero hasta que se consigue hacerlo sostenible, sino porque la seña distintiva de los tiempos que corren es, precisamente, la digitalización de los medios”.
Pues con el subtítulo Revista cultural y de ocio de Canarias, bien pegado a la cabecera, ya circulan, con carácter gratuito, los dos primeros números de Chinegua, de bien cuidada edición, con un diseño vanguardista y con un contenido, incluido el gráfico, que sobresale por la amenidad. Entrevistas, reportajes de temas poco tratados en los cotidianeidad mediática, referencias culturales de convocatorias en la isla, artículos de opinión muy bien titulados y muy bien planteados, las fiestas locales desde una óptica diferente, la creatividad cultural o artesanal desde dentro, bien explicada, alardes gráficos y programas de actos a medio y largo plazo, bien diseñados, reflejan el afán de los promotores por ofrecer un producto atractivo, de fácil y atrayente lectura.
No es una revista más, en definitiva, pues, reúne suficiente elementos como para interesarse y aguardar con expectativa el próximo número. En unos tiempos en que se lee poco y el papel parece condenado, después de tantos intentos similares que fracasaron -por muy distintos motivos-, Chinegua se abre como una criatura que puede dar mucho juego poner rumbo a la superación. Los dos primeros números son esperanzadores, desde luego.
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